El Jardín



Un jardín no se improvisa, se hace con el paso del tiempo. En la Casa Grande de Cornide, el lugar que ocupa ahora el jardín fue sin duda campo de cultivo de maíz, patata, centeno y hortalizas, necesarios para la vida. El jardín, más propio de alimentar el placer de los sentidos, nació con los recursos enviados por la primera emigración a América. Esto sucedió hace más de 150 años, de modo que el huerto dejó paso a las flores, las especies que no dan de comer, pero si dan de sentir, de percibir.


El arte de la jardinería, complementaria de la arquitectura, está presente en este espacio en el que, como en todos los grandes jardines, se relacionan especies autóctonas, como el castaño y el roble, con otras plenamente adaptadas a Galicia, como la camelia, oriunda de Japón, con muchos ejemplares centenarios, la magnolia grandiflora, de procedencia norteamericana, presente en un ejemplar catalogado, de 24 metros de altura.


El árbol más antiguo es un laurel real de más de trescientos años. Pero también hay numerosos rododendros, cedros del Líbano, sabinas, magnolias de hoja caduca, naranjos y limoneros, cipreses, ginkgos… Una explosión de olores y colores donde también tienen mucho que ver los arbustos y pequeñas plantas como las gardenias, los rosales, los hibiscos y las tan gallegas hortensias que en verano se abren en azules espectaculares.


Para los días más caluroso y soleados, el jardín cuenta con una piscina de sal para poder ponerse a remojo en los largos días de verano.